El Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, celebrado el 25 de noviembre, no arroja luces significativas en Venezuela. A pesar de los esfuerzos gubernamentales y de diversas organizaciones, la falta de información arroja sombras sobre la efectividad de los programas estatales y la magnitud del problema. Este artículo desentraña los desafíos que enfrenta la lucha contra la violencia de género en Venezuela, donde la invisibilidad de las iniciativas y la carencia de cifras oficiales plantean interrogantes sobre la eficacia de los programas implementados.
1. Invisibilidad de Programas Estatales: En el panorama venezolano, los programas gubernamentales dirigidos a combatir la violencia de género enfrentan un desafío crucial: la falta de visibilidad. Aunque existen esfuerzos para brindar protección, la carencia de promoción efectiva deja a estos programas en las sombras. La consecuencia directa es el desconocimiento generalizado de las iniciativas y, por ende, una disminución de su impacto.
2. Ausencia de Cifras Oficiales: La opacidad también se manifiesta en la ausencia de un registro oficial de casos de violencia contra la mujer en Venezuela. El Instituto Nacional de Estadística ofrece información limitada, y las cifras disponibles provienen principalmente de monitores de organizaciones no gubernamentales como Utopix, Provea, Cepaz y Cofavic. La falta de un sistema oficial dificulta la comprensión real de la magnitud del problema y la implementación de medidas correctivas.
3. Femicidios en las Sombras: Las cifras extraoficiales, proporcionadas por entidades como el Centro de Justicia y Paz (Cepaz), revelan una realidad preocupante. Desde 2017 hasta 2022, se estima que más de 2,500 mujeres han perdido la vida de manera violenta en Venezuela. La coordinadora de Redes y Activismos de Cepaz, Verónica Colina, destaca que, solo en los primeros diez meses de 2023, se registraron más de 193 femicidios, subrayando la falta de una política de Estado para proteger a los niños huérfanos de estos crímenes.
4. Esfuerzos Fragmentados: A pesar de la creciente incidencia de la violencia de género, las respuestas estatales y locales parecen fragmentadas. La falta de coordinación entre diferentes entidades, como el Instituto Nacional de la Mujer (Inamujer), la Defensoría del Pueblo, y la División de atención a la violencia contra la mujer y la familia del Cicpc, diluye la eficacia de los programas y servicios, especialmente en regiones apartadas.
5. Rol de las ONG: Ante la carencia estatal, diversas organizaciones no gubernamentales como Avesa, Plafam, Tinta Violeta, Mulier Venezuela, Yo te creo Venezuela, Proyecto Redes, CEM de la Universidad Central de Venezuela, y la Casa de la Mujer de Catia se han convertido en actores clave. Sin embargo, su impacto se ve limitado por la falta de información generalizada sobre la existencia y alcance de estos recursos.
La falta de visibilidad, la carencia de cifras oficiales y la fragmentación de los esfuerzos estatales reflejan una lucha incompleta contra la violencia de género en Venezuela. A pesar de los programas existentes, la falta de coordinación y promoción eficaz genera un escenario donde las víctimas continúan en la sombra. Este desafío no solo requiere un cambio estructural en la recopilación de datos, sino también un esfuerzo concertado para elevar la conciencia pública y garantizar que ninguna víctima quede sin apoyo en su camino hacia la justicia y la recuperación.